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Un brindis por la transformación digital de la renovada industria vitivinícola

Un sector, compuesto en su gran mayoría por pymes, que es consciente de que tradición e innovación deben ir de la mano y de que el retorno de la inversión se produce a corto/medio plazo. En este nuevo escenario, la incorporación de nuevos perfiles profesionales más cualificados se convierte en una exigencia.

30.11.2018
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Algunos arqueólogos sitúan el inicio de las primeras plantaciones de viñedos en la Península Ibérica entre 4.000 y 3.000 años antes de Cristo. Hablar de viticultura, por tanto, es hablar de un trocito de la historia de la humanidad. Con más de un millón de hectáreas cultivadas (el 15% del total mundial y el 30% del europeo), se puede asegurar sin temor a equivocarse que España es uno de los mayores viñedos del mundo. Produce más de 32 millones de hectolitros anualmente, de los que casi 23 millones van dirigidos al abastecimiento de mercados exteriores, lo que la convierte también en uno de los principales exportadores.

Aunque el peso de la tradición es muy notable en la elaboración de los caldos en las más de 4.000 bodegas existentes en España, según datos del Observatorio Español del Mercado del Vino, no es menos cierto que esta importante industria del tejido empresarial español está viviendo una revolución imparable con la implantación de las nuevas tecnologías. El objetivo de esta innovación para las 70 Denominaciones de Origen Calificadas (DOC) es practicar una viticultura de precisión más competitiva, con el fin de obtener un vino de alta calidad a unos costes de producción sostenibles.
 

Nuevas herramientas para agilizar la toma de decisiones

Internet of Things (IoT), Big Data, Cloud Computing, Business Intelligence, drones… todas estas tecnologías han irrumpido con fuerza en el sector vitivinícola, posibilitando la rápida toma de decisiones estratégicas en todos los procesos. Utilizan datos e información objetiva; desde sensores hasta el uso de algoritmos y protocolos de tratamiento de datos capaces de analizar un sinfín de variables de forma ágil, precisa y eficiente.

Pero maridan bien con la tradición. No resulta extraño encontrar voraces murciélagos y las populares “mariquitas”, incluso con sus propios “hoteles” para insectos, conviviendo con drones, los nuevos inquilinos de las bodegas, para prevenir, controlar y mitigar los posibles daños generados por plagas como la filoxera, algo que hasta la fecha se realizaba con la inspección visual de los viñedos. Siempre teniendo muy en cuenta la sostenibilidad, dejando de utilizar pesticidas para que sea la naturaleza quien controle dichas plagas y se potencie el equilibrio natural, minimizando el uso de la química para luchar contra las invasiones de parásitos no deseadas.

Existen ya aplicaciones que analizan e interpretan las imágenes recogidas por los drones. Relacionan esa información con variables como la producción, la densidad de la vegetación o la biomasa, aportando información desglosada de los mapas de cultivo, así como recomendaciones de abono, riego, poda y variabilidad de cada parcela analizada.

Redes sociales utilizadas por las mayores bodegas españolas

Redes sociales utilizadas por las mayores bodegas españolas
 

Big Data para ganar en competitividad

Este proceso modernizador ha creado un nuevo escenario, con bolígrafos digitales que recogen datos para realizar el conteo de racimos por tamaño de grano o peso a lo largo del ciclo de maduración, o proyectos de Big Data que hacen más competitivo el sector del vino y que permiten vigilar en tiempo real el estado de los cultivos o el estrés hídrico de cada cepa y que pueden consultarse a través de dispositivos móviles, por SMS, o por medio de una aplicación web. Innovadores procesos para las fases de fermentación inteligente y envejecimiento del vino que detectan factores de riesgo de manera preventiva y un largo etcétera de tecnologías dirigidas a mejorar la calidad y reducir costes.

Sistemas que en cuestión de minutos analizan el grado, el potasio y el pH de la uva. Desde el análisis diario de los suelos por conductividad y la instalación de estaciones meteorológicas en los propios viñedos hasta concienzudos estudios para la elección del tipo de corcho o el grano que debe tener la madera de la barrica de roble para determinar su porosidad. Todo ello minimizando la huella ambiental, como consecuencia de la reducción del uso de fitosanitarios, fertilizantes, agua de riego y energía, incluso recurriendo a la geotérmica para reducir las emisiones de CO2.
 

El amplio escenario que brindan el e-commerce y el enoturismo

La innovación va más allá de la modernización y la implantación de la tecnología en los procesos de producción o las instalaciones de las bodegas. El uso de Internet, las nuevas herramientas de marketing digital y las redes sociales se han popularizado en las bodegas con tres objetivos que destacan por encima de los demás: incrementar las ventas nacionales e internacionales a través del e-commerce, potenciar el enoturismo e intentar atraer también a millennials y nuevos consumidores menos familiarizados con el mundo del vino, para que llegue a formar parte de su cultura y de su ocio.

El e-commerce permite a las marcas contar con un nuevo entorno de negocio más favorable, y ofrece multitud de oportunidades. Estos espacios aportan al consumidor una experiencia diferente y única, con servicios de orientación y asesoramiento, un trato personalizado, un proceso de compra online agradable y seguro, y una entrega de producto cuidada. Por tanto, no es de extrañar la proliferación y el auge de las tiendas online que ofrecen infinidad de marcas y caldos. En estos espacios, la experiencia del usuario no se limita a la compra: también se buscan recomendaciones de enólogos, maridajes, comparativas de vinos por precios… lo cual requiere una actualización constante.

El “turismo del vino”, por su parte, también ha sido un factor determinante en la digitalización de las bodegas, algunas de ellas transformadas en hoteles y centros de convenciones de lujo, con un diseño a cargo de los mejores arquitectos del mundo. Su oferta gastronómica con chefs de renombre, las rutas enológicas, las catas y los clubes sociales del vino han revolucionado la oferta turística y han desembocado en el nacimiento de webs especializadas para planes relacionados con la viticultura.
 

El tamaño de las bodegas, un reto para la incorporación de la tecnología

La gran mayoría de las bodegas españolas son pymes, lo que dificulta de alguna manera su adaptación a la viticultura de precisión. Para salvar este escollo, ya se han puesto en marcha proyectos con el fin de desarrollar sistemas que sean capaces de integrar diferentes tecnologías de sensorización y Big Data en las explotaciones vitivinícolas profesionales que, por su tamaño, no encuentran viabilidad económica a una inversión individual de este tipo. La creación de grupos de trabajo en el marco del Programa Nacional de Desarrollo Rural, financiado por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (MAPAMA) y el Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (FEADER) contempla, entre otras cosas, la colaboración entre los distintos viñedos que componen un área determinada.

La venta online también puede convertirse en una nueva vía a explorar para los pequeños viticultores. En este sentido, resulta determinante estudiar previamente las necesidades operativas y los costes de una iniciativa de este tipo, para valorar a continuación si entrar con tienda online propia, de terceros o simplemente alojar su oferta en un marketplace.
 

Una innovación que precisa de nuevos perfiles profesionales

Todas estas nuevas tecnologías permiten ampliar mercados y fidelizar a clientes nacionales e internacionales, pero también plantean retos importantes desde el punto de vista logístico y de estrategia de marca. La tecnificación de la industria vitivinícola está originando un nuevo entorno de trabajo que hay que afrontar con una buena formación y personal cualificado. Desde expertos en análisis de datos hasta profesionales con amplios conocimientos de marketing digital y de SEO (posicionamiento web), que sean capaces de abarcar nuevos mercados y atraer consumidores más desconocedores del entorno del vino. Creativos y diseñadores, capaces de reinventar el packaging o el etiquetado, trabajando codo con codo con departamentos comerciales altamente profesionalizados. Vinos con nuevos sabores y colores. Un gran salto con respecto a las normas clásicas del sector de hace tan solo unos años.

La tradición y la solera no están reñidas con la innovación. Se abre un inmenso mundo de oportunidades. Solo hay que saber aprovecharlas. Brindemos con Baco, el Dios del vino y de la vendimia, por este sector milenario.

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